Carlos César Salvador Arana Castaneda (1925), escritor cajamarquino, nacionalizado estadounidense, se vio motivado para redactar su serie de libros por sus propias experiencias y encuentros con el chamán Yaqui don Juan Matus. Él deseaba explorar, comprender y transmitir las profundas lecciones aprendidas durante sus encuentros con el chamán. Señalaba que lo más importante serían las técnicas para parar el mundo y adquirir poder según rituales indígenas con poderosas plantas espirituales. Nos divulga con la narrativa de Carlos Castaneda, profundizar en la esencia de la realidad y nuestra conexión, al aprender, nos transmite cómo convivir con el presente, a explorar la naturaleza a través de la propia conciencia y a reconocer nuestra estrecha relación entre la mente y el cuerpo. Lo que nos lleva a pasajes inimaginables, asiéndonos parte de las enseñanzas como tal:
En cada oportunidad le había pedido instruirme sobre el peyote. Siempre hacia caso omiso de mi petición, pero jamás rechazaba de plano el tema y yo interpretaba sus titubeos como una posibilidad de que, rogándole más, podría inclinarse a hablar de sus conocimientos. En esta sesión inicial me dio a entender claramente que podría tener en cuenta mi petición siempre y cuando yo poseyera claridad de mente y propósito con respecto a lo que le había preguntado. Me era imposible cumplir tal condición, pues yo sólo le había pedido enseñanza sobre el peyote como medio de establecer con él un lazo de comunicación. Pensé que su familiaridad con el tema podía predisponerlo a estar más abierto y dispuesto a hablar, permitiéndome así el ingreso en su conocimiento de las propiedades de las plantas. Sin embargo, él había tomado mi petición en sentido literal, y le preocupaba mi propósito de desear aprender sobre el peyote. (Castaneda, 1964, p.7)
En el fragmento, el protagonista desea aprender sobre el peyote dejando una mala interpretación ante el chamán, él difiere el mensaje de forma discreta y literal. Por otro lado, evidencia la realidad y ha dejado una marca duradera en la búsqueda espiritual y la exploración de la sabiduría ancestral, a pesar de las controversias que ha suscitado. En definitiva, nos recuerda la importancia de cuestionar las percepciones arraigadas y mantenernos abiertos a nuevas formas de comprender nuestro entorno. Además, la situación refleja la naturaleza divina y conservadora de la práctica que se tiene al enseñar. Compartiendo la sabiduría no solo requiere claridad mental, sino un propósito genuino y respetuoso con la naturaleza.
Yo tenía hambre de nuevo, pero no nos quedaba comida; sugerí que recogiéramos el Mezcalito y volviéramos al pueblo. Pareció molestarse y chasqueó los labios. Dijo que íbamos a pasar la noche allí. Permanecimos sentados en silencio. Había una pared de roca a la izquierda, y a la derecha estaba el valle recién atravesado. Se extendía una distancia considerable y parecía ser más ancho y menos llano de lo que yo pensaba. Desde esta perspectiva, se le veía lleno de cerritos y protuberancias. (Castaneda, 1964, p.30)
En el fragmento se describe una situación en la que, pese al hambre y la falta de comida, su mentor decide que deben pasar la noche en el lugar. Este momento revela varias capas de significado, tanto en el contexto de la narrativa como en las enseñanzas subyacentes. En primera instancia, puede interpretarse una lección sobre la resistencia y la capacidad de enfrentar la incomodidad. Aprender a soportar las dificultades es crucial para el crecimiento personal y espiritual. Este momento destaca la importancia de la fortaleza mental y la adaptación a las circunstancias adversas. Don Juan, con su paciencia y firmeza, desafía a Castaneda a salir de su zona de confort y a enfrentar las realidades de la naturaleza y la enseñanza de una manera directa y sin concesiones.
En síntesis, nos recuerda lo fundamental que es tener una nueva perspectiva diferente, confrontando los desafíos con fortaleza y adaptación. Establece una relación estrecha entre la mente y el cuerpo, compartiendo la sabiduría de manera respetuosa Nos desafiaban a cuestionar nuestros paradigmas sobre la realidad y a explorar nuevas formas de comprender la esencia y conexión con lo trascendental, ya sea a través de plantas alucinógenas u otras prácticas.
Referencias
Castaneda, C. (1968). Las enseñanzas de don Juan. https://zoonpolitikonmx.wordpress.com/wp-content/uploads/2013/10/castaneda-carlos-las-ensec3b1anzas-de-don-juan.pdf
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