lunes, 1 de julio de 2024

LOS ESCRITOS DEL OIDOR: REFLEXIONES Y CRITICAS DESDE LA LITERATURA



Jhonatan Cueva Flores  

Anderson Joel Jiménez Villanueva

Luis Steven Ramos Chunga

 

William Guillén Padilla nació en la ciudad de Hualgayoc, Cajamarca, en 1963. Es un autor considerado entre los escritores más importantes y prolíficos de la minificción, desde 2004 a la fecha ha publicado diversos libros de géneros como: poesía, minificción, cuento, novela e investigación histórica. Los escritos del Oidor, una obra en donde abunda la ironía, la anécdota, los romances y el saber popular de sus personajes.  

Andrés empezaba a cortar, cada seis de la mañana, las porciones de alfalfa que con agrado cultivaba. Hoz en mano pasaba saludándonos. Lo acompañábamos, generosos, hasta donde empezaba su granja. Paso a paso repasaba su propiedad; en sus ojos habitaba un hermoso jardín que jamás dejó de producir. Daba gusto verlo sonreír al contestar el saludo de retorno. “Buenas tardes, don Andrés”, le decían. Y él, siempre tan gentil, solo hacía una venia. Así pasaron muchos meses antes de enterarnos de que fue él el hombre que envenenó la carne con la que murieron nuestros padres. Nunca lo supo, pero fuimos nosotros, los pastores alemanes y los dóbérmanes, quienes aullamos toda la noche cuando su cuerpo inerte nuestro dueño por el pueblo arrastraba. Un solo error había cometido Andrés: incendiar las chacras vecinas para ausentar a las ratas de las cuales nuestro dueño y nosotros nos alimentábamos. (Guillén, 2010, p. 13). 

Presenta a Andrés, cuya jornada empezaba al alba en el campo para segar la alfalfa que con tanto esfuerzo cultivaba, aparentaba ser un hombre afable que saludaba a quienes transitaban cerca de su granja. Sin embargo, tras esa fachada se escondía un oscuro secreto: Andrés era el responsable de envenenar a los padres de alguien más. Esta revelación añade profundidad, intriga y una intensa curiosidad al relato. El fatal error de Andrés terminaría por sellar su destino con la muerte, y este contraste entre su apariencia benigna y su lado oscuro genera una tensión palpable en la narrativa. Además, invita a reflexionar sobre las apariencias engañosas, planteando un paralelo con las complejidades de la vida real. ¿Hasta qué punto las apariencias pueden ocultar verdades oscuras que impactan no solo a los involucrados, sino a quienes les rodean? 

Esto de cazar lo heredé de mis padres y abuelos. Y sabrás, también, que mi abuela Jacinta fue la mejor: valiente y paciente, más astuta que culebra. Pero lo mío es de no creer. Y te lo cuento por todo lo que me has contado, por la confianza que me has mostrado. Por eso a ti nomás te cuento. Sucede que estaba cazando en los montes de La Mala Muerte. En eso vi al venado: grande, con cuernos como árboles y ojos atentísimos. Rascaba el suelo y divisaba por todos lados. Entonces, cuando lo tuve en la mira, “¡pum!”, le disparé. Tiro perfecto. Único. Le di, exactamente, en la pata y en la oreja. ¿Que de un solo disparo es imposible darle en la pata y en la oreja? ¡Cómo se ve que en tu vida no has cazado ni una liebre! Fue en la pata y en la oreja, sí, así como lo escuchas, porque al bendito venado, al momento del disparo, se le ocurrió rascarse la oreja. Si no, ¿cómo crees que sucedió lo que te digo que sucedió? (Guillén, 2010, p. 145). 

Se nos presenta al protagonista, dotado de una destreza excepcional para la caza, utilizando ironía y exageración para tejer una narrativa cautivadora. Aparece también la figura de la abuela Jacinta, descrita como valiente y astuta, cualidades heredadas por el protagonista. Se relata la anécdota humorística en la que el protagonista afirma haber acertado al venado en la pata y en la oreja con un solo disparo, una idea absurda y cómica que desafía la lógica convencional. A través de este tono humorístico, el autor busca desafiar las expectativas del lector y jugar con la realidad, creando así una joya literaria que provoca sonrisas y cuestiona las convenciones establecidas. Este fragmento resalta el valor de la literatura humorística e irónica, haciendo gala de una narrativa ingeniosa y sorprendente, como la imagen del venado rascándose la oreja en el momento crucial del disparo. Con una confianza inquebrantable en su habilidad para provocar risas, el autor invita al lector a no dar por sentado lo que parece imposible y a ser protagonista de sus propias hazañas. 

Bizcocho era travieso y —excepción en su especie— no cazaba ratones. Bizcocho era cariñoso y dormilón; burla de ratas y cucarachas. Bizcocho era así, qué se le iba a hacer. Tenía el color —nadie habría podido contradecirnos— de un verdadero bizcocho; por eso hoy el abuelo lo ha confundido: dormido en la panera lo ha partido en dos. Él no deja de lamentar su buena manera de comer bizcochos y panes: con la gran bayoneta de oficial jubilado. En todo este drama nadie más preocupados que nosotros, los ratones que nacimos en la cama de Bizcocho, el enorme y amable gato que hoy ha muerto. (Guillén, 2010, p. 16). 

Se nos introduce a Bizcocho, un gato con atributos singulares que capturan la atención del lector. A través de una narrativa directa, se revelan aspectos tanto de su personalidad como de su apariencia distintiva. Aunque travieso y cariñoso, Bizcocho desafía las expectativas al abstenerse de cazar ratones, un comportamiento arraigado e inalterable. Su pelaje único y genuino le vale el apodo de "verdadero bizcocho", preludiando una historia marcada por la tragedia cuando el abuelo, un veterano de vida intensa, pone fin abruptamente a la suya, partiendo a Bizcocho literalmente como a un bizcocho. Este acto deja una impresión profunda en los ratones, quienes simbólicamente representan a los dueños de Bizcocho, resonando con una reflexión sobre el impacto inevitable de nuestras acciones en quienes nos rodean. 

En conclusión, Los escritos del Oidor de William Guillé Padilla nos transporta a través de historias que no solo revelan la realidad de diversos pueblos, sino que también nos invitan a reflexionar sobre la complejidad de la identidad cultural y la cotidianidad humana. Esta obra se convierte en un homenaje a la imaginación, la creatividad y la memoria colectiva, subrayando la importancia de preservar y celebrar nuestras raíces culturales. Al explorar los límites de la expresión literaria, el autor nos recuerda la perdurabilidad de las experiencias compartidas y las tradiciones, destacando la relevancia de estos temas en el contexto actual y sus implicaciones para el futuro. 

 

Referencias 

Guillén, W. (2010). Los escritos del Oidor. Municipalidad Provincial de Cajamarca. https://www.librosperuanos.com/libros/detalle/10530/Los-Escritos-del-Oidor.-Microcuentos 

Biblioteca Nacional del Perú. (30 de noviembre, 2017). BNP: Presentan libros de escritor cajamarquino William Guillén. BNP. https://www.bnp.gob.pe/bnp-presentan-libros-de-escritor-cajamarquino-william-guillen/ 

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