sábado, 6 de julio de 2024

LA SUPERVIVENCIA DE LA JUVENTUD EN LA CIUDAD Y LOS PERROS

 

                                    

 

 Por: Xiomara Gutiérrez Montoya y Lucero Vásquez Dilas

"La ciudad y los perros", una novela de Mario Vargas Llosa publicada en 1963, se adentra en la vida en un colegio militar en Lima, Perú, donde los cadetes enfrentan un ambiente extremadamente competitivo y a menudo violento. A través de sus historias entrelazadas, Vargas Llosa explora las complejidades de la identidad personal y colectiva, así como las tensiones sociales y políticas de la época. Los cadetes luchan no solo por la supervivencia física en un entorno duro, sino también por mantener sus valores y lealtades en un lugar donde la debilidad puede ser peligrosa y la fuerza es crucial para la vida diaria. La novela invita a una profunda reflexión sobre temas como la corrupción, la violencia y el deseo de redención en un contexto urbano opresivo, desafiando a los lectores a considerar las implicaciones de las decisiones individuales en la formación del destino personal y colectivo.

La historia se centra en los jóvenes cadetes y sus interacciones complejas, que exploran temas profundos como la violencia, la lealtad y masculinidad toxica. Vargas Llosa utiliza una narrativa intensa y detallada para mostrarnos cómo estos personajes enfrentan desafíos que van más allá de lo físico, abordando dilemas morales y emocionales que definen sus vidas. La novela invita a los lectores a reflexionar sobre las complejidades de la vida humana y las fuerzas que determinan nuestros destinos individuales y colectivos. En relación con esto se nos presenta lo siguiente:

” - Rompí un vidrio - dijo, sin levantar la voz., Las manos del Jaguar vinieron hacia él como dos bólidos blancos y se incrustaron en las solapas de su sacón, que se cubrió de arrugas. Cava se tambaleó en el sitio, pero no bajó la mirada ante los ojos del Jaguar, odiosos y fijos detrás de unas pestañas corvas. - Serrano - murmuró el Jaguar despacio- Tenías que ser serrano. Si nos chapan, te juro... Lo tenía siempre sujeto de las solapas. Cava puso sus manos sobre las del Jaguar. Trató de separarlas, sin violencia. -¡Suelta! - dijo el Jaguar. Cava sintió en su cara una lluvia invisible- ¡Serrano! Cava dejó caer las manos.  - No había nadie en el patio -susurró- No me han visto”. ("La ciudad y los perros”, p. 4)

Este fragmento nos impacta profundamente debido a la intensidad de la situación y la dinámica de poder que revela, así como la violencia latente en la confrontación entre Cava y el Jaguar. La agresividad y la amenaza física son evidentes, con las manos del Jaguar aferradas a las solapas del sacón de Cava, simbolizando un control dominante y una clara muestra de intimidación física. La referencia despectiva a "serrano" agrega una capa adicional de tensión, insinuando prejuicios regionales o sociales que intensifican aún más el conflicto. El diálogo tenso y lleno de odio del Jaguar hacia Cava, junto con su firmeza en sujetarlo, subraya la violencia emocional y física presente en la escena. Cava, por su parte, intenta manejar la situación con calma, tratando de separar las manos del Jaguar sin recurrir a la fuerza. Este fragmento revela no solo una confrontación intensa entre dos personajes, sino también una reflexión sobre la violencia interpersonal y las tensiones sociales dentro de un entorno militar. Sin embargo, esta dinámica se vio trágicamente empañada por:

"Chispas, déjalo, que no se cree el gallo de la gallera. Dime, pues, en qué tramo te estás cuadrando a la monja. No ves que todos los cabros de quinto andamos tras de ella. Si ya la has jodido, te vamos a arriar para el coño. Si todavía no, pues acábate el jodido cafecito, dale una plática, y si se arregla, entonces tráetela, así nos cuadraremos en bola. (La ciudad y los perros, p. 53  )

 

Este acto de intimidación no solo revela una presencia dominante y tóxica de la masculinidad, sino que también representa un claro ejemplo de cómo se perpetúan normas de género restrictivas y discriminatorias en entornos educativos. La amenaza velada y el tono de desprecio hacia la mujer mencionada subrayan la falta de aceptación hacia quienes desafían los roles tradicionales de género. Es evidente que la cultura del machismo y la exclusión de las mujeres que buscan igualdad y reconocimiento persisten en estos contextos. Esto plantea la urgente necesidad de reflexionar sobre cómo podemos promover un entorno educativo más inclusivo y equitativo para todos. ¿Qué acciones concretas podemos tomar para desafiar las actitudes machistas y promover un ambiente donde las mujeres sean valoradas por su contribución educativa? ¿Cómo podemos fomentar una cultura de respeto y apoyo mutuo entre todos los miembros de la comunidad educativa?

Alberto entró y encendió un fósforo. El Jaguar estaba de pie, se arreglaba la correa; no había nadie más. Arrojó el fósforo carbonizado. -Quiero hablar contigo. -No tenemos nada que hablar -dijo el Jaguar- Lárgate. -¿Por qué no les has dicho que fui yo el que los acusó a Gamboa? El Jaguar rió con su risa despectiva y sin alegría que Alberto no había vuelto a oír desde antes de todo lo ocurrido. En la oscuridad, oyó una carrera de vertiginosos pies minúsculos. "Su risa asusta a las ratas", pensó. -¿Crees que todos son como tú? -dijo el Jaguar- Te equivocas. Yo no soy un soplón ni converso con soplones. Sal de aquí. -¿Vas a dejar que sigan creyendo que fuiste tú? -Alberto se descubrió hablando con respeto, casi cordialmente-. ¿Por qué? -Yo les enseñé a ser hombres a todos ésos -dijo el Jaguar- ¿Crees que me importan? Por mí, pueden irse a la mierda todos. No me interesa lo que piensen. Y tú tampoco. Lárgate. -Jaguar -dijo Alberto-. Te vine a buscar para decirte que siento lo que ha pasado. Lo siento mucho. -¿Vas a ponerte a llorar? -dijo el Jaguar”. Mejor no vuelvas a dirigirme la palabra. Ya te he dicho que no quiero saber nada contigo. -No te pongas en ese plan -dijo Alberto-. Quiero ser tu amigo. Yo les diré que no fuiste tú, sino yo. Seamos amigos. ("La ciudad y los perros”, p. 136)

Este fragmento nos muestra una situación cargada de confrontación y poderío masculino que resalta la importancia de apoyar y respetar a las personas de nuestro entorno. La actitud despectiva del Jaguar hacia Alberto revela una resistencia firme hacia la vulnerabilidad y el perdón, abordando temas de lealtad y traición. Alberto intenta reconciliar su relación con el Jaguar, buscando redimirse por acciones pasadas y mostrando una lealtad que contrasta con la hostilidad del Jaguar. Sin embargo, la respuesta del Jaguar muestra una masculinidad rígida y dominante que desprecia cualquier muestra de debilidad o arrepentimiento, evidenciando una dinámica de traición hacia la confianza y el entendimiento mutuo. Este intercambio plantea preguntas sobre cómo promover una cultura educativa que valore la empatía y el perdón, reconociendo la importancia de relaciones constructivas basadas en la lealtad y el respeto mutuo.

No es solo una obra inspirada en la más reciente historia de la violencia en el Perú, además y debido a que cualquier otra cosa es una novela “Poética” cuyo autor presenta. Sin embargo, uno de los aspectos más destacados de la novela es su representación vívida y cruda de la vida en un internado militar y cómo esta institución moldea a sus estudiantes, tanto en su comportamiento como en su percepción del mundo, ya que Vargas Llosa utiliza una narrativa fragmentada y múltiples perspectivas para explorar las motivaciones y las experiencias de los personajes, al mismo tiempo contribuye a la complejidad y la riqueza de la obra. De igual modo, la novela ofrece una crítica profunda de la sociedad peruana y de las instituciones que la conforman, mostrando cómo la corrupción y la violencia están arraigadas en todos los niveles de la sociedad. Gracias a los personajes como el Jaguar, el Poeta y el Esclavo, Vargas Llosa ofrece diferentes visiones de la masculinidad y examina cómo las expectativas sociales influyen en el comportamiento de los hombres (Rivarola, 1987).

En el patio, el teniente se volvió hacia el soldado y mirándolo a los ojos le dijo: -Te has jodido, animal.

El soldado se cuadró automáticamente. Había abierto un poco los ojos. Tenía una cara tosca y lampiña. No preguntó nada, parecía aceptar la posibilidad de una falta.

-¿Por qué no has pasado parte? -Sí he pasado, mi teniente -dijo-. Treinta y dos camas. Treinta y dos roperos. Sólo que entregué el parte al sargento. -No hablo de eso. Y no te hagas el imbécil. ¿Por qué no has pasado parte de las botellas de licor, los cigarrillos, los dados, los naipes? El soldado abrió más los ojos, pero guardó silencio. -¿En qué roperos? -dijo Gamboa. -¿Qué cosa, mi teniente? -¿En qué roperos hay licor y naipes? -No sé, mi teniente. Seguro que es en otra sección. -Si mientes, tienes quince días de rigor -dijo Gamboa ¿En qué roperos hay cigarrillos? -No sé, mi teniente. -Pero añadió, bajando los ojos: -Creo que en todos. ("La ciudad y los perros”, p.p.112-113)

En esta parte se destaca la confrontación entre el teniente y el soldado, donde se evidencia una situación de disciplina estricta y posible corrupción dentro del contexto militar. La actitud autoritaria del teniente hacia el soldado, acusándolo de complicidad en la posesión de objetos prohibidos, subraya temas de injusticia y abuso de poder. El soldado, aunque parece aceptar la posible consecuencia de una falta, muestra una actitud reservada y evasiva ante las preguntas directas del teniente. Esta situación ilustra la presión y el riesgo que enfrentan los individuos al verse involucrados en prácticas irregulares dentro de estructuras jerárquicas rígidas, también se plantea interrogantes sobre cómo podemos asegurar la justicia y la integridad en todos los niveles de nuestra sociedad. ¿Cómo podemos garantizar que los sistemas de control y supervisión sean efectivos y justos para todos los involucrados? ¿Qué medidas concretas podemos tomar para promover una cultura de transparencia y rendición de cuentas en nuestras instituciones, asegurando que el trabajo sea valorado y recompensado de manera justa y equitativa?

En resumen, los sucesos descritos en "La ciudad y los perros" nos muestran realidades marcadas por la violencia, la masculinidad tóxica, la lealtad y la traición en contextos educativos y sociales. Estas historias nos hacen reflexionar sobre la necesidad de abordar la violencia y los comportamientos tóxicos en las relaciones humanas, así como de promover valores de respeto y equidad. La obra resalta la urgencia de enfrentar las dinámicas de poder y violencia dentro de grupos donde prevalecen normas masculinas opresivas, donde la lealtad puede ser puesta en duda y la traición puede amenazar la unidad social. En este sentido, es crucial trabajar por un entorno donde se respeten los derechos de todos, se desafíen los roles de género destructivos y se valore tanto la diversidad como el trabajo educativo, asegurando condiciones laborales justas para todos los estudiantes.

 Referencias

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